Una Tara Negra, portadora de agradables nuevas, llegó del Norte.


        Ayer en la tarde el sonido del celular me indicó la llegada de un mensaje, que al revisarlo, me conseguí en el whatsApp con un grato mensaje de Joel Pérez, viejo amigo desde añejos tiempos de la adolescencia, los avatares del fútbol, el liceo, la universidad y de esa común "férrea convicción democrática" que nos ha caracterizado siempre; actualmente residenciado en los Estados Unidos de América, diciéndome que hace días adquirió por Amazon mi novela "Una tara negra llegó a mi puerta", y que comenzó a darle las primeras ojeadas, paseándose así poco a poco por recuerdos de sus años mozos, calle arriba y calle abajo, pasando por El Recodo en la ruta obligatoria al liceo y al "Stadium", con un morral repleto de cuadernos, pero también entre sueños de juventud, alojando además confundidos al lado de una guía de laboratorio de Serafín Masparrote, los infaltables guayos Frazzani y los guantes de arquear.
        Me siento orgulloso, de que el siempre excelente portero de fútbol, hoy devenido en un acucioso analista de las ideologías y la geopolítica internacional, haya sacado un espacio de su tiempo, entre libros y revistas políticas, para dedicarse a leer mis palabras hechas narración, llenas de bucólica localia ideosincratica, andina y tradicional por excelencia; más cuando Joel ha gozado, gracias a su culto al estudio y al trabajo, la dicha de ser un verdadero trotamundos por "el viejo, el más viejo y el nuevo mundo", por las costas azules y ciudades dueñas de antigüedad de ese Mediterráneo tan "trovado" por Serrat: algo así como que "nadie le quita lo viajao", aunque no sé si "lo bailao". 
        Joel, amigo y compañero de tantos partidos de fútbol, primero como contrarios en la cancha y luego formando filas en la misma oncena, como en los tiempos de los Interescuelas de la Facultad en que defendíamos los colores de la Escuela de Historia a punta de ganas ante las embestidas brutales de los poliatletas de Educación Física, o cuando conformabamos el trio de "importados" en el Unión Deportivo Los Andes de Mucurubá, conjuntamente con el inolvidable Gumer, o por último con Profesionales Universitarios de Mérida en la otrora y aguerrida Liga Intergremial de la ciudad, donde bien se sabía culminar el partido con un agradable "tercer tiempo", gracias por haber despertado la curiosidad de abrir las páginas de una historia escrita para contar y cantar vivencias de un pueblo cualquiera, ubicado entre vigilantes montañas llenas de caminos, cebollas, musgo y canosos yagrumos, que se remoza a cada día en el tiempo, para no perder su esencia y mágica belleza.
        Espero a futuro, en algun retorno que él de a esta noble tierra, retomar aquellas amenas pláticas, unas "serías" sobre historia, literatura y política, y otras, en ocasiones  acompañados de alguna fría y rubia bebida de cebada, de las simplezas de la cotidianidad y de los recuerdos; pero también de nuevo "patear" unos balones "entre amigos" como en los años en que en el viejo Estadio de El Samán, nos entrenaba por horas y horas hasta el anochecer, el "profe" Saulo Herrera, para enseñarnos el buen trato a la pelota.
       Enhorabuena paisano...

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