Poemas de Alejandro Gil Martorelli


Plaza Bolívar de Boconó, estado Trujillo. Patrimonio cultural de Venezuela.

La nueva estatua del Libertador, tras la remodelación de 1963. Crónicas del Boconó de ayer

Cháplaca

Se tejen filigranas de sueños; al son del Cháplaca, Cháplaca, Cháplaca,
haciendo cobijos que invitan dormir entre ellos.
La onomatopeya del tejedor; que como orquesta en buena afinación,
logra sueños entretejidos por el Cháplaca, Cháplaca, Cháplaca.
Como tocando un piano de cola, 
se baila al ritmo de flamenco rosado en teclado de madera, 
subiendo y bajando su cuerpo al son del Cháplaca, Cháplaca, Cháplaca.
Cantares de ruiseñor, que hacen llegar a las costureras, paños de blanco linaje, 
que dan forma final a los sueños en forma de: hamacas, masallas, mantas y morrales.

Hijo prodigo

Sopla bajita la brisa, 
solo mueve dos o tres hojas del pino en aromas o el eucalipto en flor, 
siempre al unisonó, murmullo del viento que acaricia el oído; 
y se puede escuchar la Paz que llevamos por dentro; 
ese es mi pueblo, el que llevo en corazón al viento.
Hijo de pueblo tranquilo que regresa como hijo prodigo, 
por el amor de su madre y por el olor a su tierra de parto en comunión.

Los cuatro hermanos

Cuatro hermanos, 
no de la misma flor, pero si del mismo sarmiento.
Cuatro rosas en tres injertos para mezclar colores; 
en cada rosa: una forma, un color, un aroma, 
pero todas ellas con el mismo don.
Hijos del alba temprana, 
que como picaflor que va de rosa en rosa, 
mezclando los polen de la fecundación.

                                                                                      Años

Ríos que se multiplican desde la Segovia de antaño y hoy hacia el mundo; 
haciendo coro de voces, 
solo cambiando el tono al toque del relámpago azul para llegar con su canto a un solo río, que los acoge, les da coraje y fuerza, para seguir su camino, 
hasta la cuenca madre de todos los ríos, 
desde donde todos venimos.

San Alejo

Nieblas entre paramos, 
cantos de quebradas saltarinas que bañan verdes prados de acelgas, cebollines, repollos y naranjas; 
que bajan al pueblo a hombros de campesinas, 
como lo dijo el poeta enamorado un día.
La presencia oculta de su teta, 
que sabemos donde esta, pero se hace esquiva a la vista; 
que emerge como telón de fondo de la utilería de una obra de teatro, 
Niquitao y siempre desnuda.
Caminos en serpentinas de papel de calcita quemada, casas de tapial, teja, corredores y zaguanes, 
humos de maderas nobles (Guaca) que salen por chimeneas al viento, que se confunden con la niebla como si fuera un aliento.
Santuario de peregrinos, de iglesias de torre Gótica, fachada franca colonial, con su reloj Suizo y su canto en campana, 
para llamar a feligreses, sobre todo en domingos, cantar el sermón desde el púlpito de otros.

                                                                                             Alejandro Gil Martorelli

                                                                                             (Boconó, Estado Trujillo)

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