”Paula” de Isabel Allende: una praxis catártica de autobiografiarse


 

El acto de escribir una autobiografía, puede considerarse como asumir un viaje personal por la vida misma con una mirada intimista y retrospectiva, donde el autor se hace dueño del discurso, para conectarse con el mundo de los recuerdos que le permitan destacar momentos vividos, trascendentales o simples, pero que forman parte de su propia evolución.

Por lo tanto, su creación narrativa se hace libre, tanto de forma como de fondo, ya que en este caso, quien la escribe cuenta con una doble naturaleza al ser a la vez, escritor y protagonista, como en un binomio interconectado donde en su primera función, se reserva el derecho de apropiarse de cualquier juicio de valor; es decir, que él y solamente él, tiene la potestad suficiente de verificar el valor de las palabras.

En este sentido, queda abierta la potestad de optar por el estilo a utilizar, al igual de que situaciones retrotraer y que personajes incorporar, de acuerdo a la importancia que representen desde su propia visión. Es así, que no se visualizan formulas o esquemas únicos que permitan autobiografíar: solo cada quien conoce sus pasos andados, por lo que en una relación profunda consigo mismo, sabe cuántos han sido, en que tiempo fueron dados, por donde recorrieron, y que importancia pudieron tener; al igual de si faltaron por darse, o tomaron el camino correcto.

Tal vez, elucubrando que Antonio Machado, el incansable poeta andaluz, cuando para bien eterno de las letras universales heredó “Cantares”, a través de su obra Campos de Castilla, quiso afirmar como un catecismo de esperanza, que la vida no es más si no un constante e inagotable andar tras esquivas quimeras, las cuales siempre están ahí, en espera de brindar esa inequívoca luz que llaman felicidad.

Ahora bien, la chilena Isabel Allende, la más importante escritora contemporánea de su país, posiblemente de Latinoamérica y de toda la lengua española, asume en su novela “Paula” aventurarse a transitar por la ruta de sus intimidades, recurriendo a un imaginario de radiografías fijadas en su memoria, las cuales describen detalladamente aspectos fundamentales de su vida, de sus orígenes familiares y de su conflictiva relación con el entorno.

Esta obra literaria, publicada en 1994, en esencia recorre dos líneas de interés narrativo: primero, describe el duro año de la enfermedad padecida por Paula, la hija mayor de Isabel Allende, quien entra en un estado de coma producto de una rara enfermedad congénita heredada de su padre, hasta que fallece; y en una segunda intencionalidad, pero no menos importante en el desarrollo de la trama, una revisión de hechos trascendentales en la vida de la autora, de por si cargada de muchos momentos traumáticos, partiendo de la infancia, pasando por su adolescencia hasta su vida adulta, pero igualmente acercándose a la evolución política del siglo XX en Chile; utilizando desde el comienzo hasta el final, un discurso politemporal en el cual son comunes los saltos abruptos de tiempos y escenarios, permitiéndose frecuentes regresos del presente al pasado, o viceversa.

Entonces, se evidencia la necesidad por parte de la narradora chilena de escribir la novela, como un acto de doble catarsis personal: significando por un lado sobrellevar las horas de angustia de ver a Paula postrada inmóvil en la cama del hospital madrileño donde fue recluida inicialmente, hasta ser trasladada luego a la ciudad estadounidense de San Francisco, sabiendo aunque negando de la irreversibilidad de los daños cerebrales; pero por otro, decidirse a hablar de sus conflictos personales dentro de los hogares a los cuales pertenecía

Pudiera inferirse, que lo que comenzó como una forma de pasar el tiempo en la clínica escribiéndole una carta de recuerdos a Paula para que la leyera al despertar, poco a poco fue tomando forma de memorias conectadas con una vida relativamente difícil a pesar de formar parte de la clase alta, teniendo los privilegios de pertenecer a una familia con nexos directos al poder político, y no en balde, Isabel Allende que nace en Lima por causalidad diplomática, pasa parte de su etapa infanto-juvenil en varios países del mundo por esta misma razón. 

En tal sentido, memorias entrelazadas que fueron dando cuerpo a una novela realista, con características diferenciadas de su realismo mágico, donde ahora la escritora se hace protagonista de la historia paralela a la de la convalecencia de Paula, acompañándose de un grupo de personajes significativos de su entorno próximo, construyendo eslabones tortuosos que plantean entre otras cosa: el abandono paterno a temprana edad, las necesidades económicas en el hogar fracturado y la sustitución de tal figura por la presencia de un padrastro; el matrimonio sin amor, contraído por presiones; el arribo al poder de un gobierno militar acaudillado por Augusto Pinochet, que depone a su primo Salvador Allende de su rol de Presidente del país austral, implantándose una férrea dictadura violadora de los derechos humanos, con el subsecuente exilio en Caracas de la autora y su familia, luego de ella haberse involucrado ayudando a escapar al exterior o esconderse dentro de la clandestinidad a perseguidos políticos; la infidelidad que asume en medio de una crisis matrimonial, y por lo cual se va a España por corto tiempo, abriéndose desde entonces y a su regreso una zanja latente en el seno del hogar; la fractura definitiva que culmina en el divorcio y el comienzo de una nueva etapa vital, que va de la par con su consolidación como exitosa escritora de renombre internacional; e incluso los nuevos amores, culminados con las nuevas uniones matrimoniales.

A manera de colofón, Paula más que una novela es un drama de la vida real, sin afeites, que desnuda y desmigaja la valentía de Isabel Allende para enfrentar los montículos de su vida, y que deja un grato sabor al lector, al tener en cada página una película de imágenes bien descritas de una sociedad pacata y convulsa a la vez, deambulando entre los convencionalismos sociales y la rebeldía en las entrañas de una Latinoamérica, donde diferenciar el siglo XIX del XX por las particularidades enquistadas, se hace difícil.

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