Reminiscencias. Poema de Alexis Urbina Pimentel

Plaza Bolívar de Boconó, estado Trujillo. Patrimonio cultural de Venezuela.

En 1911 se le incorporó a la plaza Bolívar una glorieta y el busto del Libertador. Crónicas del Boconó de ayer.

Reminiscencias.

Años, muchos fueron los vividos,
su cara dejaba ver dejos de paciencia y sabiduría,
no ha habido un ser más conforme con su vida,
solo se encargaba de dar comprensión.
Su belleza trascendía lo físico,
era de verdad hermosa.
Desde su juventud fue irreverente.
Desde su Carache natal,
el que siempre me decía “Carache por la panela”.
Se casó muy joven,
me lo contó muchas veces.
Fueron tantos sus cuentos,
como el que me decía que su maestra era de Nicaragua,
o que vivió de muy joven en “El Jebe” larense,
viendo pasar chivos y gallinas.

No se si escribo poesía o prosa,
en este momento no importa eso,
solo importan  mis lágrimas y mi recuerdo,
porque no hay nada más sabroso,
 que llorar solo por alguien que se quiso mucho.
Lo que si estoy seguro,
 es que este escrito lleva el mejor nombre “Reminiscencias”.

A los  cincuenta años era esbelta,
a esa edad la empiezo a recordar,
eran mis primeros años.
Es en esa época cuando, prefiere que la llame “Talla”,
no se de donde lo saco, infiero que no le gustaba que la llamara “Abuela”.
A veces me decía, no me llames “Talla”, llámame “Cala”,
Quizás lo veía más bonito,
yo cual porfiado la seguí llamando “Talla”.
Y al fin se acostumbró,
y se quedó “Talla” para el resto de su vida.

Puedo decir que fue mi gran amiga,
 mucho más que mi abuela.
Yo hable tanto con ella, que sus cuentos,
crearon en mi, mundo aparte,
conozco “el Jebe” sin haber ido,
Me conozco Carache y La Concepción de Carache
no de ahorita,
sino estos pueblos en 1920.
Sus vivencias en San Rafael,
Sus años vividos en “La Compañía”,
como llamaba el lugar que vivió previamente a irse a vivir a Boconó.
Su llegada a Boconó.
Y repito, su eterna irreverencia,
Como cuando le dio por comprarse un automóvil,
en una época en que muy pocas mujeres manejaban en Boconó,
y ella con su hidalguía lo hizo,
manejó en el Boconó de finales los años cincuenta.

Esa era “Tallita”, la que al final de sus días estuvo en una cama,
eternamente dándole gracias a Dios.
Casi no veía y lo veía todo,
casi no oía y lo oía todo.
Fue en esos años donde creo las historias más bonitas,
anda para Carache y tráete dos vacas,
habla con el señor Andrade, que mande queso y cuajadas.

Que le den café a Marino, 
que le den refrescos a Elita,
 que le sirvan sopa  a Blanca,
que Carmen se coma unas galletas.
Que Rufino fue un gran hombre.
Ah! y Caldera también fue gran un hombre.

No puedo olvidar su devoción santa,
ni sus días finales,
hasta el día que me llegó a decir que le colocara música,
porque quería escucharla,
 y  la llevé en su silla de ruedas,
que por supuesto no aceptó nunca,
ella decía que quería caminar sola.
Esa era mi abuela, mejor dicho mi “Talla”.
Por ultimo, no puedo olvidar su mayor enseñanza,
darle a gracias a Dios todos días.
Eso me hace pensar que fuiste y eres feliz.
Por siempre “Talla”.

                                                                         Alexis José Urbina Pimentel
                                                                           Boconó 12 de enero de 2018

1 comentario:

  1. Es un canto sentido por la abuela amada, quien con la mansedumbre serena de los años supo cultivar, con amor y sabiduria, esa paz del alma, necesaria para conjugar los versos que nunca escuchó del poeta cubano Milanés, con su
    "...A todo dices que sí
    A nada digo que no
    Para poder construir
    Esta tremenda armonía
    Que pone viejo los corazones..."

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