Hace rato me enteré que hoy enterraron a Amado, y estoy seguro que todo
boconés de mi generación sabe a quién me refiero. Ciertamente ayer dejó de
existir Amado Contreras, un personaje icónico de nuestro pueblo, quien por
muchos años se dedicó a atender su "negocio" de La Encomienda, en La
Vega, vendiendo bebidas espirituosas, o mejor dicho, "espirituales",
y "pesando" cochinos, y de ésta manera con su esfuerzo ganar el
sustento de su familia, pero también ganar amigos.
Y es que su bodega iba más allá de ser una bodega; era otra cosa, y sin
lugar a dudas era "un club de pasar buenos ratos a puertas abiertas",
donde se disfrutaba de buena bebida, mejores comidas y agradables tertulias.
Era allí donde la bonhomía, tolerancia y amabilidad de este señor de
bigote recortado, Amado, al que nunca jamás lo vi molesto por nada, a pesar de
las pesadeces de los nunca infaltables e inoportunos beodos, atraía grupos a
pasar amenamente tardes y parte de la noche, entre tragos, conversas,
canciones y buenos trozos de cochino asado, quienes sabían que no eran horas
perdidas, si no alegrías y risas ganadas.
No sé realmente cuantas veces fui al "Plan", como también se
conoce el sitio, aunque sé que fueron muchas, con mis amigos del Recodo, o
cuando regresaba de las vacaciones, e incluso al terminar nuestras largas
jornadas de partidas de baloncesto y había que ir a refrescarnos, o tener que
pagar o cobrar las cajas de cebada en apuesta, pero las que finalmente de
manera democrática pagábamos entre todos, perdedores y ganadores, sumándoles el
suculento cochino y las inigualables morcillas que preparaba la señora esposa
de Amado, y que nosotros mismos como improvisados chefs expertos en carnes, asábamos
en los pipotes de aceite devenidos en fogones, acompañados de "rumas"
de arepas y unos cuantos frascos de "forote", y cuyas cuentas en
ocasiones quedábamos debiendo, con el crédito y la confianza del buen hombre,
conscientes que al ir a pagarlas, se repetiría la agradable y sazonada juerga,
para nuevamente quedar endeudados o efectivamente saldar la "deuda
interna". Es imposible olvidar aquellas "dietéticas" asaduras de
cochino que yo en varios diciembre, celosamente me encargué de guisar, y
que a pesar de los kilos y kilos de colesterol presentes en el inmenso perol,
la única queja que recibía era cuando los últimos trozos de arepa
indicaban que ese "bocatio di cardinale" se había terminado; sin
considerar que a los días o meses requeriría el apoyo solidario de una cajita
de Hiperlipen o un frasquto de Lipitor.
Entonces, ir donde Amado se convirtió durante un largo periodo de
tiempo, en el sitio obligado para comprar cochino del bueno en cualquier fecha,
sobre todo en el diciembre hallaquero; igualmente los apetecidos
chicharrones;:y a su lado las mejores morcillas, indiscutiblemente cómo
esas ningunas; alimentos que por supuesto llegarían a las cocinas de los
hogares con varias horas de retraso. Retraso que las alcabalas de los nobles
enfriadores invitaban por las buenas y no por las malas a ocupar una silla de
madera y cuero recostada en la pared, para mitigar con creces la sed del
momento.
Fue tal la fama del lugar, que una vez vi en video de YouTube al
excelente músico venezolano Luis Julio Toro, grabando su programa de televisión
internacional del Canal Sur Channel, "Aventuras Sonoras", desde allí
con un plato de jugosas costillas de marrano en una mano y una fría negra en la
otra.
A Amado lo vi por última vez hace unos meses hospitalizado en la misma
Unidad de Cuidados Especiales donde se encontraba mi madre, y creo que en medio
de su enfermedad no me reconoció realmente, aunque con un gesto y algunas
palabras respondió a mi saludo. Estoy seguro que con él se va parte de las
agradables vivencias bohemias de nuestro pasado grupal, que conseguían en
su bodega un refugio acogedor para protegerse de los calores de la tarde.
Como colofón considero, que a ese sitio de encuentros y tertulias que
forma parte del imaginario colectivo boconés, mínimo le sale una gaita o un
porro para el recuerdo.
José Urbina Pimentel. 2023
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