Anoche, escuchando videos de
"música vieja" por Youtube,
elucubré dentro esa dinámica humana que se acompaña de cambios en nuestros
esquemas materiales y mentales, entendidos como concepción del mundo y patrones
de comportamiento y moda cultural.
Y es que ver a Nino Bravo,
ataviado de una chaqueta de bluyín, me llevo a pensar: en qué momento perdimos
ese símbolo de identidad que nos acompañó cotidianamente durante tantos años de
infancia y juventud, que era como una marca de fábrica ineludible de nuestros
pasos por el andar diario de la calle, a la plaza, a la universidad, al
trabajo, en fin el trafagar diario de cada dia. Su uso era generalizado, sin
restricciones generacionales, o sociales, pues no importaba la edad o la clase
social; es decir, democráticas, al alcance de todos, por lo que unas eran
caras, las importadas, pero también económicas hechas acá; sin que las
diferencias entre unas y otras fueran abismales, ya que finalmente eran
chaquetas de bluyín y listo, por lo que a luz del día y la iluminación nocturna
pululaban por doquier.
Esas chaquetas azules de
dura tela, con unas letras cosidas en su bolsillo izquierdo que las nombraban Lee, Wrangler,
Inega, Lois, e incluso Levis,
eran de una naturaleza perdurable, casi inacabable, con la ganancia añeja dada
por las lavadas, que en medio del desgaste las hacía más atractivas y propias,
adhiriéndose a la personalidad de su dueño, iban más allá de proteger del frío:
sencillamente se portaban, y así, en los años del liceo la cargábamos encima de
la camisa de kaki, o las muchachas sobre su "jumper", y años más
tarde continuaban compañeras en los sitios de trabajo.
Una particularidad era que
su esencia propia la representaba su sencillez en el diseño, por lo que
las modificaciones por décadas fueron mínimas, y de esta manera, las propuestas
alternativas nunca calaron realmente, como fueron las distintas versiones,
entre ellas: las camufladas y moteadas; las negras, verdes o de otros
colores; también aquellas rellenas con un material blanco espumoso, queriendo
asemejar las de aviadores o leñadores. Eran pues diseños que fracasaban en la
búsqueda de robarle espacio a las chaquetas universales.
Poco a poco, fueron
desapareciendo de nuestro imaginario visual cotidiano, y aunque aún se ven
algunas en la calle o colgadas en tiendas, son poco frecuentes, en un declive,
que las ha colocado en la categoría de vestir a lo clásico, por quienes
son reñidos con los constantes cambios que imponen las modas, y donde se hecho
me incluyo.
Tal vez, en el ciclo
acostumbrado de mirar al pasado y revivir estilos socioculturales, que hablan
de modas retro, lo vintage, lleguen
de nuevo para solidariamente aportar su toque de identidad generacional, y
sobre todo si valor de uso pragmático, que las hacen "guerreras" ante
toda circunstancia; algo así como igual al dicho del papel, que aguantan todo;
y de esta manera reencontrarme con alguna que se quedó pérdida, más no olvidada
en el escaparate del ayer.
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