Canción
para despertar
Intacta aun la noche en que
en tus silencios me dormí.
Una barra viajera, “Cien
Años” y tu aroma sensible y voraz,
a miel lozana,
abrigó un sueño:
cantar versos tristes en el
Reino de Ítaca,
de aquellos que Ulises
compuso a la Penélope
para celebrar la alegría de
vivir.
Hoy después de tantas lunas,
los ríos de tu presencia
añoran la canción escrita
con la pluma del Arcángel Gabriel,
canción para despertar,
canción hecha mujer.
1998
Sueño
efímero
Ayer un sueño emitió un
grito de angustia lacerante.
Una verdad y un destino
dominan el alba.
Amanece, y naces oruga de
paz con la primera rosa del día
vistiendo colores del mar,
cedidos por Neptuno en dos
tiempos.
De la nada llega la
oscuridad
y solo queda un adiós
que se oye en cada noche de
luna nueva
cuando el búho con su canto
triste
recuerda a una mariposa que
nunca existió.
José urbina Pimentel
1991
Un
adiós
Recuerdo tu nombre
haciendo eco en un mundo
inhabitado
nadando solitaria de isla en
isla,
prisionera del ayer
cegada por miradas
valientes.
Dulce agua de manantial,
te recuerdo flirteando
con aves del paraíso en la
búsqueda de la preciada felicidad
por un camino del mañana.
De pronto revives el pasado
y vuelas al sur
acompañada del arcoíris y de bandadas de gaviotas
hasta el final.
José Urbina Pimentel
1994
Resurrección
Sendas voraces del absurdo
destino
condenaron a muerte a Cristo
terrenal
prisionero de la maldad
en una Cruz de angustias
dolorosas
por el amor incomprendido de
los hombres.
Una pasión encendida en el páramo agreste,
solitario
luego de quince estaciones sufridas
convirtieron el día
en un sin fin de lágrimas y
gloria
quedando la cruz solitaria
y Jesús abrazado con su
padre.
José Urbina Pimentel
1994
Oda
a los viajeros del tiempo
Pareces un personaje salido
del genio de Laura Esquivel
olorosa a orquídeas
cultivadas en noviembre y florecidas en primavera
portando ojos brujos de
reencarnación gitana
y cascadas de ébano
torneadas directamente por Jehová
en el sexto día de la
creación
que atormentan la paz de los
viajeros del tiempo
tras la sonrisa de unos
labios cobrizos
con esencia de orégano y
laurel
de aquellos que usó Matilde
para cocinar con Pablo
los Veinte poemas de amor y
una canción desesperada.
Hoy navego en la barca de
los últimos viajeros del tiempo.
José Urbina Pimentel
1997
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