Poema de Alejandro Gil Martorelli. (Boconó, 1973)
Las rojas tejas,
entre erosionados cerros,
o prisioneras mesas tras largos cimientos,
bajo oscuras nubes y el aullar de perros,
fatigados hombres al soplar del viento.
Solariegas casas y largos caminos,
arroyuelos densos y las mismas playas,
cerros amarillos
moran los vecinos,
cercanos potreros,plegamientos, fallas.
Verdes sementeras, el agua las riega,
el cansado buey y el injusto arado,
el zumbar del yugo donde se labriega,
ya son largas melgas las que se han sembrado,
ya los leñateros allá van bajando
y apurados niños irán a la escuela.
Suena la campana, es hora de entrada,
también un maestro bondadoso llega,
la instructiva clase ya está comenzada,
y en la iglesia a Dios una anciana ruega:
el blanco maíz reparadme ay!!
Dijole a Dios con el sudor ardiente....
basta de lagrimas,
Adiós Burbusay.
Alejandro Gil Martorelli
2017
Las rojas tejas,
entre erosionados cerros,
o prisioneras mesas tras largos cimientos,
bajo oscuras nubes y el aullar de perros,
fatigados hombres al soplar del viento.
Solariegas casas y largos caminos,
arroyuelos densos y las mismas playas,
cerros amarillos
moran los vecinos,
cercanos potreros,plegamientos, fallas.
Verdes sementeras, el agua las riega,
el cansado buey y el injusto arado,
el zumbar del yugo donde se labriega,
ya son largas melgas las que se han sembrado,
ya los leñateros allá van bajando
y apurados niños irán a la escuela.
Suena la campana, es hora de entrada,
también un maestro bondadoso llega,
la instructiva clase ya está comenzada,
y en la iglesia a Dios una anciana ruega:
el blanco maíz reparadme ay!!
Dijole a Dios con el sudor ardiente....
basta de lagrimas,
Adiós Burbusay.
Alejandro Gil Martorelli
2017
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