Olores de siempre

       


        Un viaje de décadas atrás por aquellos diciembres de olores, colores, sabores y sonidos peculiares, donde el olor de la pintura Montana de los primeros días, se mezclaba con los fríos amaneceres de misas de aguinaldo, para días después confundirse con el atractivo de un guiso híbrido, que provenía de cebollas y pimentones, esperando recibir una carne endulzada con toques de vinotinto, y sin dejar de escuchar un mano a mano de tres, entre la alegría de Rincón Morales, el timbre potente de Betulio Medina y la cadencia pachanguera de las veinte mil canciones de Pastor López, y sacar así de la olla las hallacas, para comerse, casi hirviendo aún, las primeras con un buen riego de chirere o en su defecto, forote; por supuesto que las rubias bien frías no caían mal.

       Hoy la tradición es la misma, pero con menos pintura Montana y misas de aguinaldo; gracias a Dios que Betulio Medina continua, en pleno siglo XXI, componiendo tal cual letra y cantando como en sus mejores tiempos...





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