Pienso hoy
en mi hijo adolescente hecho hombre,
en aquellos familiares
mas el montón de amigos y desconocidos
que tomaron sus pocas alforjas,
llenándolas de sueños y esperanzas
y calzaron sus botas de goma,
asumiendo la difícil tarea de cruzar fronteras
para convertirse como gallardos quijotes en
emigrantes,
tras la quimera de nuevos derroteros
que alivien la tortuosa carga
de conseguir el pan nuestro de cada día
y unas cuantas ráfagas de luz en medio de la
oscura noche,
engrosando esa gran diáspora nuestra
que tristemente crece por el mundo.
Pienso que también yo,
en la mitad de la vida,
sin haber salido del croquis que rodea
los novecientos dieciséis mil cuatrocientos
cincuenta kilómetros cuadrados
de esta noble tierra,
soy inmigrante en suelo propio,
al morar en un país desconocido,
que no es el mío,
diferente al que crecí
y como canta el viejo Willie Colon:
"Extranjero en mi propia tierra seré del
mundo..."
(2020) José Urbina Pimentel
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