Reminiscencias.
Años,
muchos fueron los vividos,
su cara
dejaba ver dejos de paciencia y sabiduría,
no ha
habido un ser más conforme con su vida,
solo se
encargaba de dar comprensión.
Su
belleza trascendía lo físico,
era de
verdad hermosa.
Desde
su juventud fue irreverente.
Desde
su Carache natal,
el que
siempre me decía “Carache por la panela”.
Se casó
muy joven,
me lo
contó muchas veces.
Fueron
tantos sus cuentos,
como el
que me decía que su maestra era de Nicaragua,
o que
vivió de muy joven en “El Jebe” larense,
viendo pasar
chivos y gallinas.
No se
si escribo poesía o prosa,
en este
momento no importa eso,
solo
importan mis lágrimas y mi recuerdo,
porque
no hay nada más sabroso,
que llorar solo por alguien que se quiso
mucho.
Lo que
si estoy seguro,
es que este escrito lleva el mejor nombre “Reminiscencias”.
A los cincuenta años era esbelta,
a esa
edad la empiezo a recordar,
eran
mis primeros años.
Es en
esa época cuando, prefiere que la llame “Talla”,
no se
de donde lo saco, infiero que no le gustaba que la llamara “Abuela”.
A veces
me decía, no me llames “Talla”, llámame “Cala”,
Quizás
lo veía más bonito,
yo cual
porfiado la seguí llamando “Talla”.
Y al
fin se acostumbró,
y se
quedó “Talla” para el resto de su vida.
Puedo
decir que fue mi gran amiga,
mucho más que mi abuela.
Yo
hable tanto con ella, que sus cuentos,
crearon
en mi, mundo aparte,
conozco
“el Jebe” sin haber ido,
Me
conozco Carache y La Concepción de Carache
no de
ahorita,
sino
estos pueblos en 1920.
Sus
vivencias en San Rafael,
Sus
años vividos en “La Compañía”,
como
llamaba el lugar que vivió previamente a irse a vivir a Boconó.
Su
llegada a Boconó.
Y
repito, su eterna irreverencia,
Como cuando
le dio por comprarse un automóvil,
en una
época en que muy pocas mujeres manejaban en Boconó,
y ella
con su hidalguía lo hizo,
manejó en
el Boconó de finales los años cincuenta.
Esa era
“Tallita”, la que al final de sus días estuvo en una cama,
eternamente
dándole gracias a Dios.
Casi no
veía y lo veía todo,
casi no
oía y lo oía todo.
Fue en
esos años donde creo las historias más bonitas,
anda
para Carache y tráete dos vacas,
habla
con el señor Andrade, que mande queso y cuajadas.
Que le
den café a Marino,
que le
den refrescos a Elita,
que le sirvan sopa a Blanca,
que
Carmen se coma unas galletas.
Que
Rufino fue un gran hombre.
Ah! y
Caldera también fue gran un hombre.
No
puedo olvidar su devoción santa,
ni sus
días finales,
hasta
el día que me llegó a decir que le colocara música,
porque
quería escucharla,
y la
llevé en su silla de ruedas,
que por
supuesto no aceptó nunca,
ella
decía que quería caminar sola.
Esa era
mi abuela, mejor dicho mi “Talla”.
Por
ultimo, no puedo olvidar su mayor enseñanza,
darle a
gracias a Dios todos días.
Eso me
hace pensar que fuiste y eres feliz.
Por
siempre “Talla”.
Alexis José Urbina Pimentel
Boconó 12 de enero de 2018
Es un canto sentido por la abuela amada, quien con la mansedumbre serena de los años supo cultivar, con amor y sabiduria, esa paz del alma, necesaria para conjugar los versos que nunca escuchó del poeta cubano Milanés, con su
ResponderEliminar"...A todo dices que sí
A nada digo que no
Para poder construir
Esta tremenda armonía
Que pone viejo los corazones..."