Cuantas veces caí tendido de dolor
golpeado por tu suave dulce mirada,
arcoiris irradia tu luz.
Tu nombre es simple,
mas yo no lo conozco.
Mil veces he de reconocer cada pétalo de tus ojos,
mas tu nombre nombre no aparece
en el universo de mi humilde conciencia.
Y cuando desvías tu noble mirada
me absorbe el misterio de tus ojos castaños.
Eres suspenso óptico
que atomiza mi pensar
y mutas tu ser cual ave fénix
cambiante y no naciente de sus entrañas.
Diana Cazadora, divina y mortal
Diosa del Olimpo,
incomprensible para unos,
mortales,
y yo, tu siervo entre ellos
escapo prevenido por tus gritos
de tus envenenadas flechas.
Mas lo irremediable pasó mañana,
fui alcanzado y sometido al veneno de tu encanto.
Diana Cazadora divina y mortal,
eres dueña del averno cósmico
que aflora
en este triste, solitario e incomprendido corazón.
José
Urbina
Pimentel
1990
José Gregorio este poema lo escribiste entre 1988 y 1989. Es curioso cómo el poeta puede inspirarse por otro al escribir unas líneas cual Cyrano de Bergerac
ResponderEliminarNo lo feché, puede ser en el 90
ResponderEliminarPoesia a la carta pues
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